Investigadores estadounidenses advierten que ha surgido una nueva forma de estafa con tarjetas de crédito, cuya existencia aún desconocen muchos usuarios de cajeros automáticos. Ahora resulta que los delincuentes pueden robarle una contraseña a una persona que realiza una operación en un cajero o una tienda midiendo el calor dejado por sus dedos en los botones.
Un grupo de científicos de la Universidad de California (San Diego) asegura que los 'hackers' son capaces ahora de robar contraseñas con ayuda de cámaras infrarrojas que miden la temperatura del panel de los cajeros automáticos.
Dependiendo de temperatura de cada botón deducen el orden en que fueron apretados, ya que las yemas de los dedos dejan más templadas aquellas teclas que fueron oprimidas. El botón que está más caliente fue apretado en último lugar. Como medida de precaución los expertos aconsejan aplicar la palma de la mano sobre panel del cajero automático tras acabar la operación para, de esa manera, equiparar la temperatura de todos los botones. Por supuesto, el robo de una contraseña no sirve de gran cosa sin la tarjeta. Sin embargo, es probable que los delicuentes contemplen el robo de la misma como siguiente paso a seguir.
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